Luego de tanto teorizar las dinámicas de interacción social del muisca, he sentido la necesidad de pasar al ámbito taxonómico para clasificar puntualmente los paradigmas masculinos que nos ofrece esta tierra criolla. Y es así como ha salido este delicioso bestiario urbano-tropical. Debo ser franca, ha sido muy difícil puntualizar los perfiles de estas bestias, sin embargo, he aquí un intento, quizás vago e incompleto, que lo único que pretende es poner en palabras esta masa amorfa de seductores mequetrefes.
Mequetrefe No. 1: El Cerati de Chapinero, es un personaje espeluznante que anda con una guitarra interpretando muy mal canciones de rock en español sin consideración alguna. Algunos, la gran mayoría, tienen unas arrogantes ínfulas de rock star que almizclan con un trasnochado hedor de basuquero, barba de varios días, ojos lagañosos de ojeras grandes porque aún creen que un look de hippie mugriento es sexy; quizás sí lo era en los 20’s pero en los 30’s ya luce bastante patético. Solamente fuman peche; se precian de conocer de vinos aunque su paladar solamente se foguea con vinos de caja y moscatel; se creen poetas malditos pero todos sabemos que en realidad son poetas malitos; gritan a los cuatro vientos que aman la literatura y son lectores consumados hasta que un garrafal horror de ortografía los delata, entonces ya nadie les cree que leyeron a Niesztche o a Kant; escasamente saben escribir; han comprado, vendido o sembrado hidropónicamente –gracias a una página de internet- marihuana; con esa misma marihuana han trabado a su perro o gato, en la mayoría de los casos tienen un gato porque se identifican más con su personalidad independiente y nocturna; hacen gala de su lado femenino que según ellos, está bastante desarrollado, en realidad siempre es un cuento para acercarse más a las viejas porque de femenino no tienen nada, son unos perros consumados que citan a Charly García en cada esquina; dicen que saben de poesía y recitan a Bunbury o a Silvio Rodríguez como si fueran Baudelaire; están convencidos de que son unos chefs profesionales porque saben manipular dos o tres tipos de cortes de carne pero comen como chulos, todo lo que les pongan por delante, porque tienen entrañas de gamín; nunca tienen un peso en el bolsillo y viven a expensas de sus amigos yuppies a quienes critican todo el tiempo por oír vallenato y reguetón. Su secreto vergonzante es ese gusto exacerbado por la banda mejicana maná que suelen oír los domingos estando enguayabados. Tienen su propio club de fans que les alimenta el ego de james bond chibcha. En suma, son unos adolescentes atrapados en un cuerpo de basuquero cascado de la 19.
Mequetrefe No. 2: El hipster engallado, es un pseudo intelectual alternativo, con una posición política ecléctica, alejado de la izquierda y con argumentos muy elaborados que defienden la derecha. El balckberry le parece guiso y por eso tiene un iphone, el laptop para él es ya una reliquia de escritorio y anda para todos lados con su ipad desde donde entra a facebook y twitea con sus chicas. Siempre tiene una opinión excéntrica sobre todo, inspirada en Lacan, Foucault o en Paris Hilton. Come poco, menos o igual a lo que comen las chicas con las que sale, que son siempre niñas turbadas, medio geeks, medio conejitas playboy, extremadamente flacas, artistas, antropólogas, psicólogas, historiadoras… humanistas. Cuando se emborracha se vuelve un indio y se trepa a bailar en las mesas algún merengue sabroso que a él se le oye bien porque saliendo de su jeta de intelectual snob se vuelve “vintage”. Aunque sus novias han sido famélicas se siente atraído por las mujeres generositas de carnes pero no lo admite en público, cuando va a Unilago a comprar engalles tecnológicos se le van los ojos detrás de las potras zainas que quisiera embestir después de jartarse una botella de líder o sello rojo, son deseos vergonzantes que no se los ha contado nunca ni a su mejor amigo, Pipe, con quien navega el velero de su familia en el club, los domingos. Su lugar preferido en la tierra es NYC, sin lugar a dudas. No le pide el BBPIN a sus chicas sino que decide, deliberadamente, llamarlas al fijo, como un acto de rebeldía, quijotezco y romántico. Habla con mucha propiedad tanto del premio nobel de economía como de Marbelle, tuerce la boca cuando una de sus chicas pide la carne en término medio y no en término azul, a las cuatro de la mañana siempre propone terminar en una whiskería o llamar a unas amigas agradecidas que él conoce. Va a toros y pone los cachos, no sé qué tiene que ver una cosa con la otra pero me sonó bien, una imagen muy hipster. Tiene una hamaca de la Galería Cano colgada en su sala que le da un toque hippie-chic. Mandó a hacer una rana con el albañil de toda la vida de su papá y se la pasa invitando a todo el mundo a echar rana y a tomar sangría. Dice que fuma marihuana y cuando lo hace nunca la aspira, bota el humo rápidamente sin que nadie lo vea y luego empieza a hablar de Stomp o de Lars Von Trier. En resumen, es un absoluto imbécil.
Mequetrefe No. 3: El Chacho, este personajete siniestro es, a mi modo de ver, uno de los más detestables. Es un tipo corpulento pero con estatura de dama, a quien todo le parece maricón y se jacta de producir más testosterona que los demás de su misma especie. Cuando toma aguardiente se vuelve un hombre del cromañón y, en general, en su cotidiano, actúa como un australopithecus. Se le llena la jeta diciendo que las veces que le ha pegado a una mujer ha sido únicamente para corregirla. Es un tipo maleducado y mal vestido, su prenda preferida es la cachucha y se las da de un hombre de mundo, aprendió inglés para levantarse a una gringa en sus paseos a Miami y, tarde, se dio cuenta de que en Miami se habla más español que inglés. A todas las viejas les encuentra algún defecto, les dice gordas, peludas, fofas, todos estos epítetos enunciados con asco y rabia, sentimientos que ocultan su insegura y cuestionada hombría. Siempre quisieron correr en el autódromo pero no tenían el presupuesto, es gracias a esta frustración que cada vez que se ganan tres pesos los invierten en engallar el twingo que tienen. Son felices comiendo donde la mamita, que los consiente con sus platos preferidos criollos, porque tienen estómago de chibcha, y viven ignorando la inminente amenaza de una panza de cervecero que ya ha empezado a crecer. Cuando están con sus amigos no hacen sino patanear y hacer insinuaciones grotescas sobre quién lo tiene más grande y quién es el más gay de todos. Son, en resumen, un diamante en bruto que al pulirse seguramente se volvería una locota.
Mequetrefe No. 4: El muchacho de la bufanda, es un personaje que, de entrada, ya huele a gas lacrimógeno de la nacho. Antes fue un joven de bufanda como Rocinante fue rocín… antes. Ahora cambió la bufanda por la jata, que es un trapo iraní que venden en los puestos artesanales que quedan debajo de los puentes y que, a su juicio, le otorgan un carácter intelectual y militante. Se conoce cuanto cafetín y garito existe entre la avenida Jiménez y la 26. Desde que Uribe dejó la presidencia se aburre en las discusiones de borrachera porque ya no sabe a quién echarle la culpa de todo y le parece muy amateur, y muy chavista si es el caso, irse lanza en ristre contra el establishment de Mickey mouse. Es un cantante frustrado que se desfoga en cuanta fogata o fiesta de casa se arma, por supuesto, tiene un repertorio montado en guitarra para levantarse chicas que le piden a gritos canciones de Silvio, Pablo, Mercedes Sosa y Víctor Jara, pero cuando se pone pesado canta canciones en un pésimo inglés, de los Beatles, por lo general. Le gusta el Ron Viejo de Caldas y cuando se pone seductor se pone a fumar puro, ocasiones en las que se ha levantado a varias chicas activistas que no creen en la depilación con cera y quienes podrían llegar a hacerle buena competencia a sus impúberes vellos. Cuando le preguntan por su libro preferido siempre habla de “Las venas abiertas de América Latina” y recita algún verso de los versos del capitán, la época política de Neruda. Sobre la música electrónica prefiere no hablar motivado por un rebelde silencio. Con esa misma rebeldía con que prefiere mantenerse anacrónico en el ámbito musical, toma la decisión de no tener celular, aunque también lo motivan ciertos limitantes económicos. Es el último de los hombres que compra tarjetas recargables para llamar desde teléfonos públicos. Se puso muy bravo cuando uno de sus amigos yuppies o hipster le dijo que un tipo de izquierda no es más que un man de derecha pero vaciado, desde ese día juró seguir vaciado para toda la vida. Hace 10 años está en la universidad y de esos 10 los últimos cinco ha estado viendo materias de octavo semestre de sociología. Todavía no supera los zapatos de gamuza, a pesar de que su hermana, una chica Andrés Carne de Res lo obligó a comprarse unos vans para su cumpleaños porque le daba oso presentárselo a sus amigos con esa pinta de teatrero de la Jiménez. Aceptó ponerse los dichosos vans con la única condición de que no le quitaran la jata. Terminó con su última novia porque quiso llevarlo a Armando Records e intentó lavarle la bufanda.
Mujeres, padres de familia, amigos, espero que este bestiario de reconocidos mequetrefes les ayude a orientar a sus hijas, amigas, a ustedes mismas, en la búsqueda de un algo que valga la pena porque cuidado, a pesar de lo caricaturescos y ridículos que puedan parecer estos muiscas, y a pesar de que seamos conscientes de su pelada de cobre, aún siguen seduciéndonos con su labia culebrera y su nadadito de perro. ¡Mucho ojo!.
Esta sección no puede darse por terminada. De hecho, esta es la parte del blog que puede actualizarse más facilmente. Un nuevo perfil de mequetrefe cada semana, cada mes... Doscientas palabras son un par de párrafos, ni siquiera muy carnudos, que las integrantes de HE-HUNTERS apreciarían enormemente.
ResponderEliminar